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Pensar en el otro, la clave para ganar la batalla

Si pudiéramos identificar un enemigo común para los seres humanos y los países, podíamos concluir que es el ego. En el manejo de una crisis como la que vivimos, no falta el afán de protagonismo y el cálculo interesado que borra el poder que tiene la buena acción y el esfuerzo y que conlleva el propósito original. Si logramos dejar de lado el yo, y observamos el mundo desde otra perspectiva –ejercicio complejo-, aparecerá una oportunidad para que valoremos el momento, tengamos aprendizajes y entre todos encontremos el camino hacia la solución.


Por ejemplo, el aislamiento para contener el Covid-19 nos ha obligado a valorar, como nunca antes, al campesino que cada día pone su tiempo y energía para llevar comida a nuestra mesa. Los profesionales de la salud que, además de dedicar media vida a estudiar, trabajan incansable para mantener sana la comunidad y tomar la primera línea de batalla. Los domiciliarios, tantas veces invisibles en nuestro día a día, hoy son protagonistas de nuestro bienestar. Así, es interminable la lista de personas y actividades para agradecer y reconocer, las mismas que muchas veces damos por hecho y hasta juzgamos y criticamos sin razón.

 

También es una oportunidad para reflexionar en el impacto que tenemos como sector edificador. En este preciso instante me siento seguro, estando con mi familia en el calor y protección de mi hogar. Por la fuerza de las circunstancias, a esta hora millones de colombianos están compartiendo, cocinando, riendo, orando, discutiendo o haciendo cualquier otra actividad en sus casas. Todos refugiados en el lugar donde se sienten más seguros.

 

Son millones de hogares, cientos de hospitales y escuelas, miles de espacios que representan el trabajo diario que con responsabilidad y determinación, durante décadas, han hecho los constructores, desarrolladores, contratistas, obreros y todas las empresas e industrias que conforman la cadena que hace posible que nuestras viviendas sean hoy nuestro bien más preciado. Hoy más que nunca, me siento orgulloso de trabajar para un sector que está presente en la intimidad de las familias y que hace posible los sueños y la seguridad a los hogares.

 

El momento que vivimos hace que, además de reconocer la importancia de todos los sectores, se evidencia que el país que tenemos no solo lo han construido los gremios y sus líderes, ni mucho menos los políticos. Somos millones de colombianos y nuestras familias, quienes día a día lo hacemos a pulso. Hoy entendemos que las viviendas, las industrias, los bancos, los teatros, los restaurantes y todas las actividades posibles, las hacen son las personas: trabajadores y empresarios que hoy reclaman la mayor creatividad y esfuerzo de todos para salir bien de este reto.

 

El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, llamaba a los empresarios a no pensar en utilidades este año, y después de muchas videoconferencias que he tenido con empresarios del sector en esta coyuntura, es reconfortante saber que el llamado ha sido atendido. Mi invitación a todos los empresarios del sector constructor en Bogotá y Cundinamarca es a seguir utilizando toda la creatividad, recursos y capacidad de trabajo en ayudar al otro. El trabajo en equipo, la disciplina y la solidaridad se hacen necesarios en nuestras decisiones personales, empresariales y de gobierno. Va más allá de las donaciones, que también se hacen necesarias. Se trata de pensar cómo desde mi propia capacidad puedo ayudarle al otro, cómo puedo ahorrarle un problema a los demás, cómo puedo hacer las cosas un poco mejor, no solo para la propia familia, sino para que otras logren tener una mejor situación. Pensar en el otro puede ser la cura para superar el reto que hoy se presenta como pandemia y los que se nos imponen como sociedad.

 

Por Alejandro Callejas Aristizábal
Gerente de Camacol Bogotá y Cundinamarca

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